al otro lado del espejo.


     todo lector que conozca su oficio sabe que el escritor no puede aparecer en sus relatos. aún cuando escriba acerca de sí mismo tiene que disfrazarse de alguna manera. la más popular, creo, es el alter ego. se trata de un homúnculo que el autor cría con descuido y desdén (a veces casi con vergüenza) encerrado en algún pliegue oscuro y húmedo de su corteza cerebral. desde que nace, el pobre bicho sabe que su misión es emular en todo a su creador, para un día dejar  ese recinto baboso donde está confinado y hacerse dueño del mundo con su protagonismo. tal perspectiva, contrario a lo que los municipales puedan creer, no anima en lo absoluto a la inmunda cornucopia del escritor; más bien todo lo contrario. el alter ego, a diferencia de los demás habitantes de un universo de ficción, se sabe una basura, se sabe personaje. y eso lo mortifica porque es capaz ver el mundo que hay fuera de su mundo a través de los ojos verdaderos pegados a la cara del tipo con la birome en la mano. su razonamiento es sencillo: preferiría ser esclavo en un universo de verdad (o que se sienta verdadero aunque no lo fuese), a ser protagonista de una mentira.
     en mi caso, el tipo a cargo de interpretar mi papel se llama rafael koldowsky y no tiene otras particularidades aparte de las mías, como debe ser. esto no es porque sea obediente y sumiso, no, sino porque lo tengo completamente vigilado. de hecho, incluso cuando no escribo lo tengo bien a mano, porque de no hacerlo él es muy capaz de sublevar a los demás personajes y darme un golpe de estado. para el orden público de mi universito literario esto viene de pelos, pero para mi vida real resulta un lío.
     dos por tres, si no tengo cuidado, hace que me ponga a hablar con alguien que no existe. porque no olviden que se trata del alter ego de un escritor (yo) y eso lo hace muy peligroso: es capaz de crear personajes (quizá sea mejor decir subpersonajes porque él no es una persona). la naturaleza misma del trabajo de escritor hace al alter ego un asunto muy serio.
     todo este problema con koldowsky ha hecho que mi psicóloga me diagnostique lo que ella llama una esquizofrenia en desarrollo. pero yo he optado por empezar a creer que ella es una más de las creaciones de él y no le doy pelota.
     bueno, el protagonista está aclarado.

     los personajes secundarios, los que andan más o menos siempre en la vuelta, son bastante pocos y son sucursales de las personas que he conocido y tratado por voluntad propia en algún momento de mi vida.
     el antagonista supongo que es el resto del mundo pero dividido en grupos pequeños para su mejor tratamiento.

     y creo que eso es todo. lo único que falta son los cuentos, el mundo hecho de palabras escritas ubicado al otro lado del espejo.







 

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