las ilusiones también caducan

por las malas,
a los juguetes ruidosos.
por las buenas,
a los niños pobres.

     la ilusión, como idea estúpida e ingenua de posibles tiempos mejores, no está mal, no estoy en contra de ella. todos queremos un mundo donde los niños tengan ilusiones. la ilusión, por ejemplo, de un tiempo en que papá no les pegue más, o donde por una puta vez los grandes no pregunten de qué va ben 10. son todas ésas esperanzas válidas y que en algunos casos (muy raros) incluso merecen cumplirse.
     pero el concepto de la navidad es antinatural y despreciable desde todo punto de vista. va en contra de la mayoría de los conceptos de lo bueno y/o lo correcto. dejen que les dé algunos ejemplos:
     según los conceptos de la física actual, podemos afirmar que para un viejo gordo que vive donde judas perdió el poncho es completamente irrealizable la hazaña de recorrer el planeta dejando juguetes en las residencias de todos los niños buenos en una sola noche. haga usted, impertinente lector, la prueba de enviar a un gordo con regalos a la casa de todos sus conocidos que tengan hijos y dígame si el susodicho puede entregarlos en tan poco tiempo y sin que nadie note su presencia.
     si nos remitimos a la pedagogía, creo que el chantaje de “tenés que portarte bien o si no papá noél no te va a regalar nada” es una completa mierda. ante todo, porque ningún padre es capaz de cumplir tal amenaza, y entonces, ¿cómo explicás que igual le trajera el regalito si tanto vos como él saben que en algún punto se portó como el ojete?
     la legalidad, por su parte, nos dice que el domicilio es un sagrado inviolable (a menos que se esté en cuba o china, pero supongo que los nenes rojos se hinchan de felicidad y orgullo todos los veinticinco de diciembre al levantarse y ver que en el lugar que habría estado bajo el árbol de navidad si lo hubiesen armado no hay nada. luego corren a despertar a sus papás y les dicen: “papá, papá, un mito capitalista no me dejó nada este año. ¡he sido un gran comunista!” a lo que los padres, decepcionantes en todos los paradigmas ideológicos, responden: “quizá, pero deberías trabajar todavía en mejorar tu orgullo personal.”); bueno, el domicilio es un sagrado inviolable, decía, ¿no sería un delito, entonces, que un tipo se te meta por la chimenea en mitad de la noche, con intenciones desconocidas y tratando de no ser visto? en algunos lugares es legal volarle cabeza a cualquier tipo que encontrés en esa situación.

     a mis vecinitos papá noel les regaló, al nene, un monopatín, para que pueda joder hasta la esquina y de vuelta, y a las nenas, dos idénticos cochecitos de bebé que (cada dos nanosegundos y haciendo que mi cabeza explote) emiten el sonido del llanto de un infante.
     ahora, me surgen varias preguntas: ¿no conocen, los padres de esos niños, tan hiperactivos como feos, los juegos de mesa? ¿no pueden decirle a sus hijos, por una vez, “este año papá noel no va a venir a uruguay”? ¿por qué no ahorran plata y dejan de generar ilusiones al pedo y le dicen a los niños “papá noel no existe, somos los padres, y vos ya sabés que no te queremos, así que no te vamos a regalar nada”?






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